LA HABANA, Cuba. -Cuando las personas narran los acontecimientos del pasado, dignos de memoria, están narrando Historia. El hecho político ocurrido durante la Primavera Negra de 2003, adquirió la importancia necesaria como para ser recordado.
Durante tres días, desde el 18 al 20 de marzo, fueron apresados muchos disidentes, pero de ellos quedaron en la prisión solamente 75. ¿Por qué la fecha? ¿Por qué el número? ¿Por qué estas personas?
No hay dudas que Fidel Castro hizo uso de sus conocimientos de estrategia y decidió llevar a cabo esta operación, con el fin de acabar con la oposición interna el mismo día en que George Bush, presidente de los Estados Unidos de América, decretaba la orden de atacar Irak. No obstante habría que recordar que el dictador iraquí Sadam Husein se caracterizaba –entre otros aspectos- por su cruenta represión a la oposición interna.
Castro pensó que el mundo iba a estar muy ocupado atendiendo a lo que estaba sucediendo en el suroeste asiático, para tomar en consideración el encarcelamiento de 75 “mercenarios”, como suelen llamarnos. Y apretó tanto la tuerca que le informó a la familia de tres de nosotros, incluyendo la mía, que iba a fusilarnos.
Las cosas no le salieron como imaginaba y la reacción no se hizo esperar, añadiendo la de algunos “amigos” de izquierda del régimen. No obstante, fuimos sometidos a juicios sumarios y la mayoría vio a sus defensores en el mismo momento de ser procesados. No obstante, Felipe Pérez Roque, entonces Ministro de Relaciones Exteriores, se esforzó en decir a la prensa que teníamos todas las garantías procesales, cuando la mayoría no conocíamos ni el tiempo de prisión que nos estaba solicitando la fiscalía.
Quizá el dictador, dentro de su táctica, pensó en usar un número múltiplo de 5, porque creyó que era posible cambiarnos por los espías. El cálculo le salió mal y tuvo como consecuencia la prisión de Alan Gross, con todos esos cargos inventados. Y es que él había prometido a sus soplones que regresarían, por lo cual necesitaba motivar al presidente Obama.
A pesar de ello, en un discurso, afirmó –con referencia al grupo- de forma textual: “No están todos los que son, ni son todos los que están”. Una acción que permitió crear dudas sobre cualquiera.
Han pasado 12 años desde esa desagradable fecha y, de manera coincidente, 12 miembros del grupo apresado en aquella oportunidad, estamos aún en Cuba. El resto fue rumbo al exilio por diferentes vías, con la excepción de tres fallecidos: Miguel Valdés Tamayo, Oscar Manuel Espinosa Chepe y Antonio Augusto Villareal Acosta.
Como hemos decidido seguir residiendo en Cuba, se nos aplica la ley y no podemos viajar al exterior del país, por encontrarnos todos en licencia extrapenal. Este limbo jurídico, ni siquiera nos garantiza que si –por desgracia- cuando terminemos nuestras sanciones está aún en el poder el régimen totalitario, podamos salir en libertad. Según lo establecido, los años que estemos bajo este estatus no cuentan en la condena.
Ninguno de los que nos mantenemos en el país tiene un documento oficial que explique nuestra condición legal. En numerosas ocasiones, por diferentes vías se ha solicitado al régimen, según está establecido en la ley, que se nos dé la libertad, según anunció –en la prensa oficial- el Cardenal Jaime Ortega Alamino, cuando fueron desterrados la mayoría de los miembros del grupo.
A finales de octubre de 2014, hice una carta al Ministerio de Justicia a nombre de los doce -y con la aprobación de cada uno de ellos- que no me fue respondida nunca, a pesar de lo que dice la Ley de la Administración Central del Estado, que obliga a la institución a contestar en 60 días. No obstante uno de nosotros fue citado muy reciente por el Tribunal, para informarle que no podía salir del país, lo que es extensible –sin duda alguna- a todos y cada uno.
Sin duda estamos pagando el castigo de querer vivir en nuestro país. Quizás algunos salgan al exilio de forma definitiva, por problemas personales, o simplemente porque no resistan la isla como cautiverio.
Los que quedamos, sequiremos siendo el hazme reír de los oficiales de la Seguridad del Estado, cada vez que nos arresten y hagan referencia a nuestra condición de presos, con la posibilidad de regresar a la cárcel, sin pasar ni por una estación de policía, lo que recuerda las tarjetas del juego de Monopolio que dicen: “Vaya a la cárcel sin pasar por Go”.
Estamos conscientes de que diplomáticos y personalidades de algunos países se han preocupado por nuestro caso; pero hasta ahora no hay resultados. Tampoco creo que esté entre las prioridades del régimen permitirnos salir al exterior y volver entrar al país. Estamos marcados por el hierro de su historia.