Por: Alejandro Domínguez Moreno
Aquellos que visitaban -con frecuencia- el parque, se sienten desilusionados, al ver cómo se van destruyendo los aparatos, el mal estado en que se encuentran: los columpios, el cachumbambé desajustado y la ausencia del tío vivo que tanto gustaba.
La falta de protección ha causado mucho más daño, al dar oportunidad al vandalismo a quedestruyan las luminarias, que se encuentran sin bombillos y rotas. Incluso los cables de electricidad están al alcance de los niños.
La tala de los frondosos framboyanes se ha convertido en obstáculos en las aceras, es por todo ello que la infelicidad se está apoderando de los vecinos.
La Habana, 18 de marzo de 2014.