Los más jóvenes han desarrollado resistencia al bombardeo ideológico
Miércoles, noviembre 29, 2017 | Martha Beatriz Roque Cabello
LA HABANA, Cuba.- La televisión es un medio muy importante para hacer propaganda. Eso lo conocen bien las principales firmas comerciales en los países con libertad económica que se agencian muchos de sus consumidores a través de los anuncios que pagan en los diferentes canales televisivos. También utilizan la radio, la prensa plana e internet. En Cuba los anuncios de productos y servicios de entidades extranjeras acreditadas en el país e incluso de las empresas estatales, están prohibidos, porque desatan el consumismo.
Recuerdo que, en una ocasión, estando el comentarista deportivo Héctor Rodríguez narrando un juego de pelota, empezaron a dar anuncios de algunas de las pocas firmas comerciales internacionales radicadas en el país. Todos quedamos asombrados, pero al siguiente juego televisado ya se había suspendido; la especulación decía que Fidel Castro había mandado a quitarlo y que habían rodado algunas cabezas en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).
Desde hace algunos meses, varias personas con las que he hablado sobre la programación de los 10 canales que pueden verse en el país (para los que han adquirido la “cajita” convertidora), casi que repiten la misma respuesta: “La televisión da asco”. El nivel de propaganda política es tan alto, que no se puede ni encender el equipo.
Primero comenzó con “El Che”: más de dos meses de tener su rostro constantemente en la pantalla. A finales de octubre hubo una pequeña propaganda sobre Camilo Cienfuegos; pero ya en noviembre se intensificó el tema de Fidel Castro, que nunca ha dejado de tocarse, acompañado de las mal llamadas “elecciones”.
Pero no ha sido solo en la televisión. También en la radio y la prensa escrita. Por ejemplo, el periódico Granma, Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, publicó en sus ediciones diarias durante más de una semana, en la esquina derecha de la primera plana, el logotipo del grado del “Comandante en Jefe”, y el sábado 25 (primer aniversario de su muerte) dedicó, además de la primera plana, un suplemento de 12 páginas a contar algunas de las historias del “Invicto”.
Como si esto fuera poco, en los centros de estudio de todos los niveles se arreció la propaganda y el lavado de cerebro a los niños que tenían que repetir a gritos: “¡Yo soy Fidel!”. Incluso los estudiantes universitarios de todo el país, tuvieron una jornada de entrenamiento militar en recordación de la figura del “comandante”.
No lo quieren dejar morir, porque al no tener liderazgo en su hermano Raúl ni en ninguno de los otros miembros de la gerontocracia, necesitan mantener despierta la idea de “la revolución” y su ejemplo.
No obstante, a pesar de tanta propaganda, en la mayoría de los casos ni los niños ni los jóvenes la asimilan. Tengo cerca un ejemplo de un muchachito de seis años al que bauticé en la Iglesia Católica, y no recibe ningún rechazo de su familia hacia el sistema. A pesar de ello, la maestra de su escuela mandó a buscar a la mamá porque en clase le orientaron dibujar a Camilo y El Che. Según contó la profesora, con mucha presteza el niño dijo: “Yo no voy a dibujar a esa gente porque yo no los conozco”.
Por su parte la generación que ahora surge como fuente de trabajo no se ve con futuro en Cuba y sueña con poder salir de alguna forma del país. No importa cuánta propaganda reciba, ni cuán frecuente le quieran “lavar el cerebro”. Para ellos Fidel Castro es “La Piedra” y no tienen ningún sentimiento que los ate a este pasado difícil, porque viven en un presente mucho más tormentoso.
Es por eso que dentro del pueblo tiene tanta aceptación “el paquete”, que consiste en la programación de una semana, de la televisión de Miami. Y no es que se incluyan todos los programas, porque “la dictadura” también pone su censura en él, no permitiendo a los que lo originan que copien “shows” en los que se hagan críticas contra el sistema.
Aunque el servicio de internet es muy limitado, el régimen lo usa a su favor de diferentes formas, una de ellas es creando blogueros que “idealizan” la “Revolución”, lo que ha traído como consecuencia que los medios sociales sean difíciles de creer al difundir algunos tipos de noticias; además, “hackean” las cuentas de los opositores y a través de ellas difunden informaciones falsas.
Muy tarde ha reaccionado el régimen para captar en su oscura ideología a la niñez y la juventud, mientras los hoy gerontócratas se sintieron jóvenes, no pensaron para nada que tenían que ser sustituidos en el futuro y no aseguraron que las nuevas descendencias tuvieran algún interés por “el socialismo” y sus llamadas “bondades”. No importa cuánta propaganda utilicen, el enlace entre las generaciones se perdió y no queda amor por lo que en realidad no existe.