Por: Billy Joe Landa Linares.
Al amanecer los pobladores se dieron cuenta de lo sucedido, ya que en la puerta de la Unidad había un agujero. En el horario de apertura del establecimiento, la administradora llamó a la policía para que investigara los hechos; ella estuvo feliz cuando conoció que no habían robado, porque todo lo que faltara tendría que pagarlo de su bolsillo o perdería el trabajo, como si ella fuera la culpable.
Finalmente, de sus propios recursos, tuvo que reparar la puerta del establecimiento como si fuera la de su propia casa, ya que existe la posibilidad de botarla si le roban, pero no de darle algún recurso para reparar la bodega.
La Habana, 23 de enero de 2014.