Por: Juana Castillo Acosta.
El pasado 26 de diciembre de 2013, otorgaron unos 30 minutos de visita adicional, para que los familiares pudieran ver a los internos de la prisión de Aguacate, municipio Quivicán, provincia de Mayabeque. Allí están recluidos mi esposo, Osvaldo Rodríguez Acosta y mi hijo Osvaldo Rodríguez Castillo, ambos presos políticos.
Pero, en el caso particular de nuestro tiempo de encuentro, hicieron que la espera se prolongara desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde, momento en que un oficial de la prisión me comunica que no podía tener visita porque no estaba programada por la Seguridad del Estado.
En actitud de protesta, por semejante discriminación, me negué a irme de la prisión sin que me permitieran verlos. A las 6.00 pm me concedieron 5 minutos con mi hijo Osvaldo, porque explicaron que mi esposo estaba en celda de castigo, por haber reclamado que la comida del penal estaba en malas condiciones.
Al marcharme, tuve que caminar ocho kilómetros con mi hijo Cristian de 14 años de edad, hasta el poblado más cercano, porque en ese lugar aislado, pasado el horario establecido de visitas no transita ningún transporte estatal o particular.
Mayabeque, 7 de enero de 2014.