Por: Juliet Michelena Díaz.
El derrumbe ocurrió hace unos tres meses, en horas de la tarde, horario en que el dependiente laboraba. Para su suerte, evitando el calor que había en el pequeño establecimiento y sin otra cosa que hacer, se sentó fuera, a esperar la llegada del carro que traería un producto cárnico de venta regulada conocido como “jamonada”, cuando de repente se desplomó la cubierta del local.
Parte de los escombros cayeron en un pasillo que es de las viviendas aledañas, bloqueando la salida de los inquilinos, quienes fueron socorridos por vecinos y amigos. Como medida “provisional”trasladaron los documentos hacia la carnicería más cercana, para que los consumidores adquirieran los productos allí, con la promesa de que pronto la repararían, pero todavía no han hecho nada.
Alegan los habitantes de la zona, que una semana antes habían cortado un árbol -de alrededor de tres metros- que había nacido encima del techo del inmueble, previendo de que las raíces de la planta lo dañara.
El dependiente del establecimiento, quien no quiso decir su nombre, expresó: “La dirección de la zona, sabía que la carnicería estaba deteriorada porque yo lo había reportado, pero no hicieron nada, y yo allí -a la carnicería- no entro más, ni a recoger mi pulóver”.
La Habana, 9 de enero de 2013.