Vistas de la casa
Los niños de la casa expresan sus deseos
La abuela
El cuadro desolador que presenta el hogar de Mabel Acosta Nicodo vecina de la calle Guacimal, # 17, entre Cervantes y Estrella, Reparto Párraga, Arroyo Naranjo, Ciudad de La Habana, demuestra que las cosas en Cuba, van de mal en peor. Esta habanera que vive en uno de los barrios marginales de la capital cubana, ha sufrido el abandono en carne propia y al más alto nivel.
“He ido al Gobierno, a la UMIV (Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda), trámites de albergue y sigo en las mismas condiciones o mucho peor. Aquí han venido gente de todos lados a visitarme, prometen materiales, casas, soluciones, pero todo queda en palabras que luego se olvidan; llevo más de 5 años en estos trámites y no resuelvo con nadie”.
“Fui a ver a Armando Riverón, vicepresidente del Consejo Popular quien tiene que ver con la entrega de materiales y me dio una planilla para que se la llevara a otra “compañera” para que me diera 30 tejas de fibrocemento; cuando fui, me dijeron que se habían acabado, que esperara a un nuevo aviso, ese supuesto aviso nunca llegó, será porque no tengo dinero para sobornarlos”.
“Mi madre y yo hemos sido maltratadas por el presidente de la Circunscripción, Nicolás Cruz, que carece de todos los modales para tratar a las personas y en ocasiones se escondía para no atendernos; la mamá de este “Delegado” vivía en condiciones similares a las nuestras antes de ocupar el cargo que tiene en el gobierno, y en menos de un año construyó una casa grandísima, yo no entiendo como para él aparecieron los materiales y para muchas madres como yo, nunca se resuelve nada. Yo solo quiero lo mejor para mis hijos y que se respeten sus derechos a una infancia feliz, a mi no me importa que haga sus negocios porque todo cubano tiene que inventar para poder vivir, pero lo de él ya es mucho, se vale de su cargo para abusar del pueblo”.
“También fuimos a ver a la “compañera” que atiende a la población en el Poder Popular y me dijo que mi problema era con Doris, quien es “directora de Trámites de Albergues”, llevo dos años viéndola y siempre me ha dicho que no hay capacidad en los albergues y “que mi vivienda puede aguantar dos o tres añitos más, esto me lo dijo hace solo unos días y esta casa, desde antes de que mis hijos nacieran, ya estaba inhabitable”.
La señora María Cristina Nicodo, madre de Mabel, dice:
“Ellos me dicen que estamos albergados en nuestra propia casa, que busquemos papeles de aquí y de allá para resolvernos y no pasa nada, empezamos cuando mi nieta era una bebé y ya tiene casi 11 años y ni un albergue decente nos han dado”.
“Aquí me robaron todo los efectos eléctricos porque no tenemos seguridad, fuimos al gobierno para que me dieran gas de balón para poder cocinar y me dijeron que cocinara con leña en el patio si tenía, o que me muriera de hambre porque eso era un problema mío”.
“El Delegado reconoció que no tenia ninguna posibilidad de ayudarnos y me mandó que viera a Nicolás Cruz, cuando me fui con el Delegado a verlo, éste me dijo que yo siempre tenia problema, que iba a ver como me resolvía, creo que todavía esta viendo”.
“Si nos quejamos nos dicen gusanas, yo no quiero que me regalen nada, si no que no digan tantas mentiras y nos engañen como lo han hecho por tantos años, para ellos somos mejores si seguimos aguantando y callados”.
“Mi madre Ángela Alfonso Chi, de 89 años, trabajaba en una de las mejores escuelas del gobierno, la Vladimir Ilich Lenin, la presentan como un gran logro, pero después de tantos años de trabajo, un día se cayó y se lesionó gravemente el hígado, la retiraron con una pensión miserable y nunca más se preocuparon por ella; ahora está postrada en una cama y no me dan ni una silla de ruedas, han venido los de Salud Pública y me dicen “que el papel tiene que bajar de arriba”, yo no sé de donde tiene que bajar, ven que mi mamá se orina y defeca en la cama y todavía dicen que están valorando el caso”.
Entre la risa y la pena, la niña de 10 años, Leydis Castellanos Acosta dijo:
“Cuando vengo de la escuela trato de llegar sola porque me da pena que mis amiguitos vean cómo vivo, yo quisiera poder tener una casita bonita que no se moje tanto para no sentir más vergüenza de mi casa”.
Omer Castellano Acosta de 9 años, con pocas palabras y sin culpar a nadie, dijo: “quiero vivir en un lugar limpio y seco donde pueda jugar”.
Ciudad de La Habana, 14 de junio de 2010.
Sucesos narrados por el comunicador comunitario Eriberto Liranza Romero