“Quiero contarles una singular anécdota que recibí de él. Resulta que en la zafra del año 1970, aquel gran fraude de la economía cubana, fueron a los campos con la intención de cortar caña de azúcar, cientos de miles de hombres, de estos una gran mayoría no sabía derribar una caña, esto originó que las jornadas de trabajo se alargasen más de lo común, percance que aprovechaban los hábiles para quedarse en el campo hasta altas horas de la noche.
Tal es el caso de dos macheteros que eran muy astutos. En aquel tiempo todo se adquiría por bonos o cupones obtenidos en la zafra, mientras más destacado eras, más cupones obtenías, por eso permanecían en el campo hasta las 9 ó 10 de la noche, casi todos los días. Se preguntarán: ¿Cómo se alumbraban para trabajar?. Sencillo la granja facilitaba un camión ZIL130 (V-8) para que alumbrase a estos esforzados macheteros. Mí padre criticó esto varias veces, pero en realidad se jubiló sin que nadie le informara a como salía el costo de la libra de azúcar que producían aquellos macheteros”.
“Hoy precisamente cuando me trasladaba por la calle Oquendo del Reparto Virginia, rememoré esta anécdota, al presenciar algo similar treinta y nueve años después. Un camión grúa cesta, perteneciente a la Empresa Eléctrica, fungiendo como andamio de un edificio en construcción. Encima de éste un albañil repellando la fachada del edificio. Yo me pregunto: ¿Esta construcción tiene como diez años de comenzada, si en todo lo efectuado anteriormente el derroche ha sido similar al que estoy presenciando, entonces cuál es el precio que tendrán los apartamentos para los nuevos inquilinos?”
“Por éstas y otras incontables razones es que vivimos inmersos en una crisis total, sufriendo al ver que cada año crece el Producto Interno Bruto, cinco, seis, siete puntos. Pero las necesidades de la población aumentan mucho más. Claro aquí nada es de nadie, ¿A quién le importa si hay o no derroche? Liborio paga.
Santa Clara, 22 de diciembre de 2009.
Sucesos narrados por el comunicador comunitario Guillermo del Sol