“¡Oiga! ¿Cuántos son ustedes en el núcleo?” Me pregunta Diana Ibis Borges Veloso, vecina de la calle Tomás Barrero entre Mártires de Viet Nam y Luz Caballero en Manzanillo, Granma; refiriéndose a cuántos en mi familia estamos inscritos en la famosa libreta de abastecimiento de productos alimenticios.
Somos 4, le contesto y me responde: “Pues va a tener que decirle a su esposa vuelva a parir para que puedan comer con sal. Mire no se asombre, pues desde hace unos cuantos días yo he tenido que andar por el barrio de puerta en puerta, mendigando un poquito de sal para cocinar y en muchas ocasiones infructuosamente; así que imagínese usted la alegría que sentí cuando me enteré que habían traído ese producto a la bodega, de inmediato me dirigía a la misma y la decepción fue inmensa, cuando el bodeguero me comunicó que la sal era solamente para núcleos con 5 personas o mas.
Entonces a pesar de la molestia que sentí, recordé las palabras de un amigo que decía: “¿Qué se puede esperar de un país que aún siendo una Isla, la sal no se vende por la libre?”, a lo que hay qe añadir que actualmente casi ni se vende. Le confieso que hasta he llegado a pensar a que la población cubana se envejece a pasos acelerados, ya que las familias se niegan a procrear a causa de los archiconocidos problemas de vivienda, alimentación, salarios y desempleo, se le haya ocurrido a algún sesudo del gobierno la macabra idea de implantar este método bajo la sentencia de ¡Multiplicaos y os daré sal!.”
“Fíjese que aunque Parezca ilógico, aquí nada lo es, lo cierto es que si somos menos de 5, como en el caso nuestro, no comemos con sal, aunque no dudo que hayan algunos perritos falderos que lo aprueben y hasta digan que es por el bien de la población para evitar la hipertensión arterial”.
Manzanillo, Granma, 19 de abril de 2010.
Sucesos narrados por el comunicador comunitario Ubaldo Manuel León León
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