jueves, 29 de abril de 2010

Normando Hernández González padece varias enfermedades

El día 28 de abril, tuvo lugar la visita familiar al preso Normando Hernández González, el que se encuentra en el Hospital Militar Carlos J.Finlay, en la sala de penados de la Seguridad del Estado. Normando, preso político y de conciencia del Grupo de los 75, fue diagnosticado de pólipos en la vesícula y preparado para ser operado por mínimo acceso el 27 de abril, pero la cirugía no se pudo llevar a cabo, porque presentó ese día un cuadro diarreico. Hay que señalar que no fue hidratado por sueros.

La Seguridad del Estado le había informado que avisaría a su esposa con 3 días de antelación a la operación, pero no lo hizo, ella se enteró de toda esta situación en el momento de la visita.

Normando fue alertado por el médico anestesista, de la posibilidad de que cuando despertara tuviera una herida no usual en una operación de mínimo acceso, ya que en estos casos podría correrse el riesgo de que el órgano se escondiera y hubiera que intervenir de modo tradicional. Igualmente le explicó que sería la operación con anestesia general y entubado.

Este preso de conciencia padece de varias enfermedades gastrointestinales, entre ellas: síndrome de mala absorción intestinal, reflujo gástrico, colitis inespecífica crónica, duodenitis, yeyunitis, gastritis, hernia de hiato. Es de destacar que los pólipos vesiculares fueron creciendo en un espacio breve de tiempo y de un diagnóstico de vesícula cubierta por pólipos -un año atrás- dos de ellos han alcanzado 16 milímetros y un tercero está en la entrada vesicular, que de seguir creciendo puede obstruirla y provocar que reviente.

La esposa de Normando quiere mantener informada a la opinión pública internacional sobre esta preocupante situación y considera inhumano -por parte del gobierno cubano- que no se le permita estar en esas circunstancias junto a su esposo; así como, que no se le notifique con antelación el momento de la intervención quirúrgica.

Ciudad de La Habana, 29 de abril de 2010.

Por: Martha Beatriz Roque Cabello