Por: Jorge Bello Domínguez
Fecha: 14 de noviembre del 2017
Desde el artemiseño municipio Güira de Melena, llega el comentario de ciudadanos que se sienten afectados en la entrega de la cuota de pollo del mes de noviembre que el Estado vende de manera racionada por la libreta de racionamiento.
Según los habitantes de la localidad, cuando les despacharon el producto notaron que les había sido rebajada la cantidad de proteína a recibir por cada consumidor, situación que se dio en todas las unidades refrigeradas del municipio donde se dispensa el pollo.
Destacan algunas fuentes consultadas que se conoció por voz popular la entrada a las unidades refrigeradas (carnicerías) de la Red de Comercio Interior del territorio, de lo que se ha dado por llamar pollo de población (para diferenciarlo de la dieta) y además se incluía la carne asignada a los niños y personas con diferentes patologías que tienen indicación médica, como son los que padecen de úlceras, diabetes y otras que necesitan de un “reforzamiento” alimenticio.
Como era de esperar y apelando a la idiosincrasia cubana, se comienzan a formar en estos establecimientos las tradicionales “colas” de personas que buscarán a toda costa adquirir la correspondiente cuota que el “generoso” Estado revolucionario destina a su ciudadanía, una vez al mes y aunque resulta bochornosa la cantidad a recibir por consumidor, representa para muchos un respiro, puesto que quizás ese día no tuvieran nada que llevar a la mal trecha mesa familiar.
La señora Ana Domínguez, con domicilio en la Avenida 91 No.9011 y a quien le corresponde comprar los productos normados en la U-701648 “La Sorpresa” sita en la calle 90 entre 91 y 93 cuenta lo siguiente:
“Cuando nos enteramos que había entrado pollo de población a la carnicería, fui rápido para hacer la cola, porque si demoras un poco en ir puedes estar hasta dos días por la cantidad de gente que hay con el mismo propósito, además, también corres el riesgo de no alcanzar como ocurre todos los meses si demoras un poco en el empeño”. “Cuando comenzaron con el despacho, comenzaron las personas a protestarle al carnicero por la poca cantidad que estaba dando y él explicó que había recibido orientaciones de la Dirección Municipal de Comercio que debía despachar solamente 8 onzas por consumidor de las 12 establecidas y sin más explicación dejó claro que solamente cumplía con lo que se le había orientado y ante cualquier reclamación que la gente quisiera realizar que fueran a ver a los “jefes”.
Según cuenta esta señora un núcleo familiar que ella conoce, dejó de percibir dos libras de pollo, lo cual representa el equivalente a dos comidas de sus hijos.
A raíz de la situación me personé en el establecimiento al que hizo mención Ana y el carnicero reafirmó lo que ella dijo, y además especificó que a todas las carnicerías del municipio les fue orientado por el Departamento de Especialistas Principales de la entidad estatal que debían despachar solo 8 onzas de pollo por consumidor, en vez de las doce que se asignan a cada persona del núcleo familiar.
Al preguntarle al empleado si existía algún documento que avalara tal reducción, explicó que la orden fue dada de manera verbal y no le mostraron documentación oficial que acreditara tal rebaja, además, desconoce si esa decisión continuará en lo adelante.
Independiente a la disminución en la cantidad a recibir en perjuicio de la población, varias familias quedaron (como viene siendo habitual desde hace varios meses) sin poder comprar la cuota mensual, utilizando como excusa: “faltantes en la cantidad enviada hacia las carnicerías del municipio desde la Empresa Cárnica provincial”.
El hecho es que, sin justificación alguna, un aproximado de 40 mil personas que habitan esta sureña demarcación artemiseña, dejaron de adquirir 4 onzas de una de las pocas proteínas a las que da acceso la libreta de racionamiento, que representan solo en esta localidad, 10 mil libras menos de alimentos para la población, mientras se hacen donaciones de comida a países afectados por el huracán Irma.
Artemisa, 5 de diciembre de 2017