Por: Jorge Bello Domínguez
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¡Comenzaron las bombitas!, exclamación frecuente a escuchar en los adultos cuando llega el último mes del año y con ello termina la tranquilidad hogareña. Resulta que esta época es la que los infantes cubanos escogen para dar riendas sueltas a la imaginación y con ello fabricar las rudimentarias, ruidosas y molestas, pero sobre todo peligrosas “bombitas” que tanto importunan a la comunidad.
La falta de lugares recreativos para los más pequeños de la familia en los diferentes municipios del país, sobre todo en los interiores de provincia, conjugado con la pésima situación económica por la que atraviesan la mayor parte de las familias, están llevando a los niños a la elaboración de artefactos explosivos para su distracción. La imposibilidad de los padres de estos infantes para adquirir un juguete en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) ha dado paso a que los más pequeños de casa, desarrollen su capacidad intelectual en crear artículos de esa peligrosa naturaleza para su diversión, ya que, para sus papás, un juguete convencional, en algunos casos, representa casi un mes completo de salario y por demás el sustento alimenticio de toda la familia.
En Güira de Melena, municipio de la provincia de Artemisa, estos ingeniosos artefactos están presentes en la mayoría de los vecindarios, tanto rurales como urbanos de la comunidad, donde, los menores al estar limitados de opciones sanas de diversión y juguetes reales optan por elaborar esos peligrosos petardos, los cuales hacen estallar en plena calle ocasionando con ello un estrepitoso ruido al hacer contacto con el pavimento.
Al conversar con algunos de estos niños, con su inocencia habitual, explicaron de los medios que se auxilian para fabricar los petardos, sin tan siquiera imaginarse al enorme peligro al que están expuestos cada vez que uno de ellos estalla al hacer contacto con el suelo.
En una demostración entre un grupo de muchachos al intentar estallar una de estas bombitas en la via y cuyo eje central del evento era una especie de competencia para ver cuál era la que mas sonaba al explotar, el detonador -una puntilla de acero- se desprendió del alambre que lo sostiene y se proyectó contra la ventana de la vivienda donde los traviesos menores querían explotar su “invento”, lo cual causó alarma y molestia en los habitantes del inmueble, pero, con la fortuna de no tener que lamentar males mayores por la irresponsabilidad de los niños y el descuido de sus progenitores.
Al preguntar a uno de estos chicos sobre los medios que utilizaban para elaborar los petardos, explicó que se podían realizar de varios modelos, entre los que mencionó el que se confecciona con una mazorca de maíz y un eje de dinamo, entre otros. Pero lo más alarmante de la explicación del menor fue dar a conocer que el ingrediente principal para fabricar las famosas “bombitas” era la pólvora, la que sustituyen por los tradicionales fósforos, ya que la explosión es mayor y hace más ruido, factor determinante para lo cual ellos explotan las bombitas.
A pesar de lo molesto que resulta para los vecinos de las comunidades estos artefactos al hacer impacto, lo más preocupante es saber el potencial riesgo que corren los niños, la despreocupación negligente de sus padres al permitirlo, el descontrol de los órganos gubernamentales sobre ese material explosivo que cae en manos inescrupulosas que las comercializan a estos infantes con total impunidad y el déficit de juguetes a precios asequibles en las tiendas para “La esperanza del mundo”.
Artemisa, 26 de diciembre de 2017