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En la carretera de Campechuela, en el kilómetro 4, conocido como “El Piñal”, en el municipio de Manzanillo, en la provincia Granma, reside Niurbis Ramos Hernández, de 23 años de edad que se encuentra bajo estudio por un especialista de neurocirugía, por presentar deformaciones en los miembros superiores y dificultad para la marcha.
Tiene tres niños: Kelvin Samuel de 4 años, Gardiel de 2 años edad y Kevin Manuel, todos de apellido Ramos Ramos. Este último nació con hiperplasia pulmonar, fue operado de una hernia diafragmática en el Hospital Pediátrico de Holguín en el año 2012 y ahora tiene que volver a ser sometido a otra intervención quirúrgica. Está considerado como riesgo hasta los diez años de edad.
Al Niurbis encontrarse sin vivienda decidió ocupar la casa de visita en la misma dirección del Piñal; funcionarios del gobierno la han contactado en cuatro ocasiones para que desaloje el lugar, lo que la mantiene estresada pues no tiene para dónde ir a vivir con sus hijos.
Como vive ilegal, no le han instalado el servicio eléctrico, ni el de agua potable, por lo que tiene que comprar el agua de carros-pipas a un costo de cien pesos cubanos (cup).
El día 27 de noviembre a las 9:00 am se presentó en el Poder Popular Municipal y la atendió el vicepresidente Rafael, quien la envió con la responsable de los trabajadores sociales, nombrada Daymalis, la que después de escuchar sus peticiones, le dijo que ella no necesitaba ni casa ni ayuda económica. El Delegado de su Circunscripción le comunicó que está en el cargo muy reciente y que no tiene nada que ofertarle.
A doscientos metros de esta casa existe un vertedero de basura donde el Combinado Cárnico deposita desperdicios que se cubren de numerosas moscas y cuando son quemados afectan la salud de sus hijos. Niurbis fue a la empresa de Servicios Comunales a plantear su queja, pero no ha sido solucionada.
Esta madre desesperada, refiere la imperante necesidad que alguien del gobierno la escuche y pueda legalizar la vivienda y obtener una ayuda económica.
Juliana Núñez Verdecia de setenta y cinco años de edad es vecina de la carretera de Cayo Espino, El Recreo, presenta demencia senil y dado su enfermedad se orina y se defeca por lo que su familia solicitó a los trabajadores sociales que le otorgaran un módulo para postrados, que entregan de forma anual, y que contiene toalla, sábanas, hule y jabones para lavar.
Pero Juliana no tiene cambio de dirección y no puede realizar los trámites en la Oficoda (Oficina de Control y Distribución de Alimentos), lo que la imposibilita para recibir estos beneficios sociales.
Con Juliana vive su hija y el esposo que es carbonero de la Empresa Forestal Flora y Fauna, ellos presentan grandes limitaciones económicas; al verse privados de estas ayudas humanitarias por engorrosos trámites burocráticos se les dificulta que mejore la calidad de vida de esta anciana y continúan sufriendo la frustrante situación por la que transcurre su diaria existencia.
Manzanillo, 26 de diciembre de 2017