Por: Ivis María Rodríguez González.
Fundación Madres, Familia y Futuro, un
proyecto de la
Red Cubana de Comunicadores Comunitarios.
La Revolución
Energética -protagonizada por Fidel Castro- debía garantizar la racionalidad en
el gasto, para lo cual se emplearon enormes sumas de dinero en adquirir, entre
otras muchas cosas, cocinas eléctricas que debían sustituir a las –supuestamente-
ineficientes alimentadas por gas y otros combustibles.
El municipio de
Guanabacoa corrió mejor suerte que la mayoría del resto del país, ya que sus
habitantes pudieron conservar sus obsoletas cocinas de gas y detener el
incremento constante de la factura eléctrica, que provocó la generosa
iniciativa del sabichoso Comandante.
Sin embargo, el
suministro de gas licuado en las conocidas calabacitas, suscita afectaciones
reiteradas en esa comunidad, debido a que no llegan al lugar de venta oportunamente.
Desde el 28 de diciembre del pasado año 2012, los locales se aglomeran en interminables
colas, esperando que abastezcan el producto y solo obtienen la fatua
explicación de los empleados: “no hay transporte”.
Como es común en
el país, el tormento de los pobladores, que deben dormir en la calle para
conservar su turno, provoca disgustos, trifulcas y agresiones entre los
vecinos.
El martes 15 de
enero en la calle Barreto esquina a Padilla, en ese municipio, una rastra con
balitas no pudo descargarlas por aparentes problemas con la marcha atrás,
después de muchos días de espera, esto trajo como consecuencias un malestar mayúsculo
en el lugar y las personas que pudieron ser beneficiadas con ese envío, quedaron
impedidas de cocinar sus alimentos.
La espera allí
duró hasta el jueves 17 de enero, con una multitud que permanecía –incluso- en
la madrugada para no perder el turno. Finalmente un camión dejó 112 balitas,
una cantidad insignificante para la demanda existente, lo cual provocó
protestas masivas. El régimen está jugando con candela y no es precisamente
para cocinar.
La Habana, 21 de enero de 2013