Por: Damarys Moya Portieles.
Desde febrero de
2009, hace prácticamente 4 años, Idalberto López Arrechea, con 39 años de edad,
que tiene una pierna amputada por padecer de ciclemia y con dificultades para
mover sus miembros superiores, entregó su silla de ruedas rota al policlínico
Marta Abreu, de Santa Clara, Villa Clara, pero no ha obtenido solución a pesar
de múltiples gestiones, y ni siquiera se la han devuelto, con el pretexto de
que la enviaron a China para su arreglo.
Idalberto vive
en Oria no. 54 entre Prolongación de Independencia y General Mariño en el Reparto
Virginia, en Santa Clara y tiene dos hijos, uno de ellos de 15 años, con
retraso mental y además su esposa está enferma de los nervios.
Al parecer,
debido a las reiteradas denuncias internacionales realizadas a través de
Internet, las autoridades de la provincia decidieron tranquilizar a Idalberto,
a quien citaron -en la mañana del 18 de enero- a las oficinas del Poder Popular
Municipal de Santa Clara. Él se dirigió allí en compañía de su madre, María
Arrechea Clemades, y de los activistas Luis Enrique Santos Caballero, José Lino
Ascencio López, Yunier Santana Hernández y la que suscribe.
Pretendieron en
la puerta impedir mi presencia, argumentando que era innecesaria, Idalberto se
negó, yo me identifiqué en mi condición de opositora y finalmente nos dejaron
pasar. Desde que llegamos notamos la concurrencias de oficiales conocidos de la
policía política.
Nos recibieron,
la vicepresidenta del Poder Popular Municipal, que se identificó como Marisela,
el delegado de la circunscripción de Idalberto, nombrado Mario Díaz Guachapo, y
otros funcionarios que no explicaron sus cargos.
La Vice Presidenta
dijo que le habían trasladado el caso el 28 de diciembre; ya que antes lo tenía
la Dirección de Salud y que sabía que el sillón estaba en La Habana y la
batería en Santa Clara, que no tenían solución por el momento. Especificó que
estaban pensando pasarles el problema a la Asociación de Impedidos Físico y Motores;
que le avisarían al afectado cuando tuvieran una respuesta.
Le argumenté que
no era difícil buscar el sillón en La Habana, y que si ellos no podían nosotros
lo haríamos. En el colmo de la indignación, que dio semejante respuesta, le dije que era una desvergüenza que un régimen
que pregona enviar ayuda humanitaria a otras naciones, no pudiera resolverle el
arreglo de una silla de ruedas a un impedido físico de su propio país.
El Delegado de
la Circunscripción me espetó que no me manifestara en contra del gobierno y que
apagara el celular, que tenía prendido. Toda la reunión fue una burla más.
Al salir nos
encontramos que las turbas paramilitares y la policía política nos estaban
esperando para acosarnos. Yo grité que parecía mentira que en este país
existieran recursos para esas movilizaciones y no se le pudiera resolver una
silla de ruedas a una persona que le faltaba una pierna y a la que posiblemente
habría que amputarle un brazo.
Encabezaban la
turba tres oficiales de la Seguridad del Estado: los capitanes Yunier Monteagudo
Reina y Reinier Rodríguez Conde; así como otro oficial que no conocemos su
nombre. Se encontraba también en el lugar el auto patrulla No.290 de la Policía
Nacional Revolucionaria (PNR), con 3 agentes. En total calculamos que la
comitiva reunía a unos 25 hostigadores, que al parecer pretendían provocarnos
para detenernos, pero nuestro objetivo no era otro, que seguir poniendo en
evidencia que continúa prolongándose la agonía de Idalberto con su silla de
ruedas.
Santa Clara,
Villa Clara, 18 de enero de 2013.