sábado, 18 de febrero de 2017

UN PARTIDO QUE VIOLA SUS ESTATUTOS

Los comunistas juegan a engavetar los acuerdos de sus propios congresos

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Jornada de clausura del VII congreso del PCC (Foto: Cubadebate)

Jornada de clausura del VII congreso del PCC (Foto: Cubadebate)

LA HABANA, Cuba.- El régimen que detenta el poder en el país acostumbra a no cumplir sus propias leyes, regulaciones, orientaciones y acuerdos. Al parecer es algo que le ha transmitido el Partido Comunista de Cuba (PCC) en su función constitucional de ser “la vanguardia organizada de la nación cubana, fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado”.

Y es que, cuando usted lee los Estatutos del PCC, se da cuenta que esta institución no cumple ni sus propias normativas. Habría que comenzar por decir que los congresos deben celebrarse cada cinco años, de forma ordinaria. Sin embargo, desde su creación en 1965, transcurridos 51 años, solo han celebrado siete congresos. El primero, diez años después de su fundación, le siguieron los de 1980 y 1985, según lo establecido; pero después comenzaron a diferenciarse en seis años: 1991 (en Santiago de Cuba) y 1997 el V Congreso, que a algunos le parecía el último, porque no fue hasta el año 2011 ―nada menos que 14 años después― que se llevó a cabo el siguiente, ya bajo la égida de Raúl Castro.

En particular, el VI Congreso se conoció por la creación de los Lineamientos de la Política Económica y Social y tuvo como punto clave el cese del mando de Fidel Castro.

Ya el siguiente Congreso fue diferente a todos. Solo los participantes levantaron las manos para dar facultades al Comité Central y, aunque se había planteado por el X Pleno que se efectuó en febrero de 2015 que desde ese momento y hasta el primer cuatrimestre del siguiente año se llevarían a cabo asambleas municipales y provinciales de la organización, la preparación de cuadros y militantes, la realización de una consulta popular y el procesamiento y aprobación de los documentos finales, nada de esto se cumplió.

Consistió en un congreso como para decir que no se había dejado de hacer, el mensaje que se trasladó a los militantes fue el mismo de siempre: ¿para qué reunirnos si las decisiones están tomadas? Supongo que algo que debió defraudarlos, porque sirvió para decirles, en buen cubano: “Ustedes no pintan ni dan color”.

Pero la celebración de estas grandes reuniones partidista no es lo único que se incumple de los estatutos. De igual forma se supone que entre dos congresos se celebre una Conferencia Nacional, y desde que se fundó el Partido ha habido una sola, en enero de 2012.

Igual sucede con los plenos, que deben efectuarse una vez al año al menos, porque el Buró Político los puede convocar de forma extraordinaria, y en todo el tiempo transcurrido solo se han hecho 10. Hasta el momento, en el 2016 no se ha efectuado alguno. Pero de todas formas lo que se supo del último indica que se engaveta lo que se acuerda.

Por ejemplo, la prensa anunció ―con relación al proceso eleccionario― que se preveía la puesta en vigor de una nueva Ley Electoral y la posterior realización de las elecciones generales. De igual forma se mencionó en este X Pleno que la Asamblea Nacional del Poder Popular tendría una importante actividad legislativa en los años venideros; pero al menos en todo lo que va de 2016 solo se espera que se apruebe a finales de diciembre, la Ley de las Aguas Terrestres anunciada en varias ocasiones por los medios.

De igual forma se advirtió del perfeccionamiento de la División Político Administrativa y la generalización del nuevo modelo de funcionamiento de los Órganos Locales del Poder Popular, experimento que se hace en la actualidad en las provincias de Artemisa y Mayabeque; lo que ―se supone― conllevaría a fortalecer el papel del municipio, para que disponga de la autonomía necesaria, sustentada en una “sólida base económica”. Traducido a la práctica, es que los delegados son meros tramitadores de quejas y no puedan dar solución alguna a los problemas que plantean sus supuestos electores.

Es bien sabido que entre los principales problemas que tiene que resolver el régimen se encuentra la descentralización de los recursos y las decisiones; a lo que habría que añadir la necesidad de modificar la Constitución de la República, la Ley Electoral y la Ley de Asociaciones. Todos estos pasos son imprescindibles incluso para la dictadura; pero pienso en estos momentos no cuentan con la posibilidad de desarrollar la labor política, ideológica y organizativa que conllevaría este proceso.

El freno está en la base, donde no se dispone del apoyo de la militancia, cansada de ser un objeto dentro del Partido, sin ser considerada para ninguna decisión, sin cumplir lo establecido en los estatutos de la organización y cada vez más vilipendiada.  Es por eso que el propio José Ramón Machado Ventura tuvo que reconocer en el pasado Congreso del PCC, que había disminuido la cantidad de miembros en la institución.

A la alta dirección del país no le interesa que se viole lo establecido, mucho menos que los que están por debajo sean corruptos, todo esto lo deja correr; lo que no se puede es pensar diferente y mucho menos protestar. A los que están mandando poco les interesa empeñar la palabra y después no cumplir; a eso los enseñó Fidel Castro y ahora todos repiten: “Yo soy Fidel”.