Raúl Castro no tendrá tiempo de sacar al país de la difícil situación en que se encuentra
Martes, enero 10, 2017 | Martha Beatriz Roque CabelloLA HABANA, Cuba.- Cada vez son más cortos los períodos de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular cubana (ANPP); en este último ni siquiera se reunieron las comisiones que la integran. Duró apenas diez horas, ya en el Noticiero de Televisión de las 8 de la noche transmitieron el discurso de clausura de Raúl Castro.
Si no fuera tan desvergonzado, causaría risa el hecho de que, durante la apertura, Esteban Lazo anunciara que tomaron cargos nueve diputados de varias partes del país, sin explicar públicamente a quiénes sustituyeron y mucho menos cómo fueron electos. Esto es una simple muestra de lo que puede suceder a los que aspiran a presentarse como candidatos a “delegados” en los barrios.
En el caso de Susely Morfa, actual secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas que fue propuesta como miembro del Consejo de Estado, no se hizo necesario elegirla para la Asamblea, porque ya era diputada y además integrante del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; se catapultó en Panamá, por su actitud, además de vulgar, “revolucionaria”. Vamos a ver cuánto le dura.
Aunque no se evaluó la marcha del proceso de actualización del Modelo Económico y por ende de los Lineamientos del VI Congreso del PCC, dilatando su discusión hasta el primer semestre de este año y transfiriéndole la tarea al Pleno del Comité Central del Partido; lo que más resaltó de toda esta reunión fue la ausencia de la aprobación de la Ley de Aguas Terrestres. Permite pensar que hay un gran secretismo estatal, que incluye a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, que ni pintan, ni dan color.
La prensa oficialista anunció que el martes 18 de octubre del pasado año el presidente de la ANPP, Esteban Lazo Hernández, presentó a través de una videoconferencia y para todos los diputados del país, el proyecto de Ley de Aguas Terrestres, discusión que terminó un mes después, el 22 de noviembre.
Sobre esta propuesta se explicó por parte de José Luis Toledo Santander, jefe de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la ANPP, que su objetivo era “ordenar la gestión integral y sostenible de las aguas terrestres; así como establecer medidas para su protección y reducción de desastres”. Lo que traducido a la práctica quiere decir controlar el patrimonio hidráulico, en particular el no estatal, que es la forma que utilizan para designar la propiedad privada.
También se repitió en varias ocasiones que la norma se corresponde con los principios contenidos en la Política Nacional de Agua y que se determinó su concordancia con la Constitución de la República. Por último, anunció que se consideraría en Sesión Plenaria con todos los diputados, en la pasada reunión del mes de diciembre, algo que no sucedió.
Para continuar sin discutir nada, se acordó mantener hasta la conclusión de la actual Legislatura el experimento que se realiza en las provincias de Mayabeque y Artemisa, desde hace 5 años, con el fin de separar las funciones de los diferentes niveles del Poder Popular; lo que hasta el momento ha resultado un rotundo fracaso
Se señaló como uno de los problemas la fluctuación de los cuadros, como consecuencia de mala selección, aunque todo el mundo sabe que los “dirigentes” son nombrados con el dedo desde arriba, sean o no escogidos por el pueblo en las mal llamadas “elecciones”.
Para los buenos entendedores del lenguaje virtual del régimen, Raúl Castro quiso decir que el gobierno está “patas arribas”, porque los que deben seguir este experimento han sido superficiales y no se han ocupado de forma sistemática del mismo. También “cogió cajitas” como dice el lenguaje popular, porque tuvo parte de su crítica, la Comisión Permanente para la Implantación y Desarrollo de los Lineamientos, que debe superar los errores cometidos hasta el momento; lo que se puede apreciar en el hecho de que no se discutiera nada al respecto en esta reunión. Algo que parece decir que “nada nuevo” había para analizar.
Así las cosas, le queda a Raúl Castro solo poco más de un año para concluir con su mandato, según la palabra empeñada, aunque estamos acostumbrados que para él vale poco lo que dice y promete. En ese período de tiempo tiene que resolver grandes problemas, que conoce a la perfección que son los que no permiten la inversión extranjera, entre ellos: modificar la Constitución de la República, cambiar la Ley Electoral, llevar a cabo la descentralización de los recursos y el mando (lo que ha fracasado de forma experimental), y reunificar la moneda.
Claro, también todo inversor aspiraría, entre otras cosas, a no estar enmarcado en una Cartera de Inversiones y poder tener los empleados y obreros que él mismo selecciones, lo que no le está permitido por Ley.
Subidos, montados o encaramados, como quiera decírseles, en el globo del plan del año 2030, a pesar de que se percibe -desde el principio- un 2017 nefasto, se espera que en el transcurso del primer semestre el Pleno del Comité Central del Partido apruebe documentos programáticos que darán lugar a otros que se conviertan en Ley. En mi opinión, acostumbrados a lo lento que funciona todo en el régimen, Raúl Castro no tendrá tiempo de sacar al país de la difícil situación en que se encuentra; puede ser que lo sepa y practique la misma teoría que el hermano: “Después de mí el diluvio”; y esté preparando una partida al extranjero muy familiar, mientras algunos piensan que entrena a sus sucesores.
Bajo esta concepción, a los cubanos solo nos quedaría construir el arca de Noé y seguro que la tierra que repoblaríamos al terminar el diluvio. No será el monte Ararat, por allá por Armenia y Turquía; pero sí la que está a 90 millas al norte de Cuba.