sábado, 13 de enero de 2018

EL AÑO NUEVO Y LA RELIGIÓN 

Por: María Nélida López Báez

Teléfono: 52437850.


En el sincretismo criollo, Eleguá es el orisha -según los yorubas- dueño de las encrucijadas, abre y cierra los caminos, concede dinerito, lleva y trae matrimonios; o sea que tiene unos cuantos poderes. Eleguá es un niño y un viejo a la vez, portero de las casas religiosas, lo concilian con el Niño de Atocha, por eso se le ofrendan caramelos, dulces, frutas, merengues, pitos, juguetes; pero también aguardiente, miel de abeja, tres pollos, un chivo mamón, en fin, es un gran comelón.

Según cuentan las leyendas africanas nació como un coco, se fue secando y con los años la mano del hombre lo convirtió en una piedra con veintiún caminos. (Cualquier similitud con otra piedra, es cosa de imaginación). Su nombre significa “el mensajero príncipe” y es el primer santo que se recibe cuando alguna persona se inicia en la religión.

Este año es la deidad regente, acompañada por Yemayá, que es la dueña de los mares, tiene que ver con las mujeres embarazadas, como la madre de la religión por sabia y poderosa, sus ofrendas son: flores frescas, chicharritas de plátano, frutas, carnero, gallo, pato, melado de caña, y vino seco. Se sincretiza con Nuestra Señora de la Virgen de Regla.

Esta religión o mezcla de tradiciones religiosas se ha expandido mucho por la isla; los cubanos creyentes e incluso algunos que no lo son, leen la letra del año y se la pasan entre sí, al parecer con la esperanza que sea un año de mejor futuro para la familia, porque siempre se ha visto que hay una esperanza de mejorar la calidad de vida acudiendo a la fe.

Las personas en la calle comentan, sobre todo, lo relativo a los cambios que anuncia la letra; pero lo que más ha impactado es el hecho de que siendo Eleguá el dueño de los caminos, quien abre y cierra las puertas; así como Yemayá la dueña de los mares, les está indicando a muchos que podrán irse al exilio por el mar, y es que la gente les da a estos signos sus propias interpretaciones.

Habría que recordar que, dentro de las costumbres más vinculadas a recibir el nuevo año con esperanzas, están: tirar un cubo de agua para la calle, con el fin de que se lleve lo malo; y dar la vuelta de la manzana con una maleta para poder viajar.

No obstante, según los sacerdotes de la Regla de Ifá, (Ifá hace referencia al Dios de la adivinación) conocidos como babalawos, es un año bueno y mucho más fresco que el anterior; lo que no coincide en lo absoluto, con lo que dijo el vicepresidente cubano Miguel Díaz Canel.

Hasta el momento, ningún “padrino” ha logrado liberar al pueblo cubano de los 60 años de maldición que ha tenido, esperemos que en el 2018 se pueda hacer algún “ebbó” (ofrenda, trabajo mágico) que lleve a los sufridos cubanos a la felicidad, con un fuerte “maferefun” (bendición).

 

La Habana, 11 de enero de 2018