Los que nos oponemos al régimen seguiremos con apoyo o sin apoyo, dispuestos a sufrir el incremento del acoso, las prisiones y hasta las golpizas
LA HABANA, Cuba.- Se puede considerar una bicoca el tiempo que ha transcurrido desde el 17 de diciembre de 2014. Durante el mismo, no ha llegado al pueblo cubano lo que muchos creyeron que llegaría cuando en esa fecha se anunció –a dos manos- el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
El tiempo es imprudente y no se detiene a esperar las anheladas soluciones. Es precisamente con este factor con el que no cuenta el presidente Barack Obama, que termina en poco más de un año su mandato. Como es lógico, el régimen cubano lo sabe y lo manipula a su antojo.
A pesar de que hasta ahora no hay nada relevante para contar, los próximos meses serán decisivos para todos. Podría dirigir el país vecino, por primera vez, una mujer.
Aún Hillary Clinton no es la candidata oficial de los demócratas, habrá que esperar hasta inicios del año 2016, pero está delante en las encuestas; aunque igual le pasó cuando, en 2008, al final el candidato resultó ser el actual presidente Obama.
Ella se ha manifestado a favor de la política actual de su país con respecto al nuestro, e incluso ha declarado que le gustaría ver al resto de la región apoyando más la democracia en Cuba y defendiendo los derechos humanos del pueblo cubano a medida que se vaya avanzando.
De esto se puede entender que Hillary también espera ceder y ceder sin recibir algo a cambio.
Este no es, sin embargo, el pensamiento de los republicanos que están aspirando a ser nominados candidatos a la presidencia. Existe una alternativa a lo que está sucediendo. Igual que siempre, la confrontación será entre el asno y el elefante.
Por su parte, en Cuba se celebrará en el mes de abril del próximo año el VII Congreso del Partido Comunista, en el cual tendrá que quedar definido quién o quiénes recibirán la antorcha dentro de la nomenclatura. Algunos apuestan por miembros de la familia real, como Alejandro Castro Espín o Luis Alberto Rodríguez López Calleja, que tendrán que ser ubicados dentro de los “importantes” del Buró Político. De todos modos, con la gerontocracia nunca se sabe, siempre tienen algo debajo de la manga.
Mientras se esperan estos y otros acontecimientos, siguen agravándose la situación política, económica y social, dentro del país. El pueblo no ve nada que mejore su existencia, que elimine el “embargo” total que le impone el régimen.
Es con ese embargo, en definitiva, con el que hace falta acabar. Una vez que existan libertades en el país, el Congreso de Estados Unidos no tendrá ninguna inconveniente en terminar con las leyes que hasta el momento impiden un flujo normal de relaciones.
Este es el verdadero quid pro quo del embargo, pero el régimen se empeña en hacer perder el tiempo a todos, mientras los ancianos que dirigen el país lo ganan, exigiendo una y otra vez que se quiten las restricciones impuestas.
La estrategia que utilizan les ha dado buenos resultados, porque aunque el gobierno norteamericano habla de mejorar la calidad de vida del pueblo, para nada se menciona algo que se hace más intenso cada día: la represión contra los disidentes. Si se refieren a ella es de una forma muy tímida; a pesar de que se dan a conocer golpes, arrestos, violaciones de viviendas y otras ilegalidades. Los recursos que invierten en callar las voces de los que piensan diferente, servirían para mejorar al menos la alimentación del pueblo.
No obstante, no se percibe que haya un verdadero conocimiento de lo que está pasando con la sociedad cubana y con la oposición como parte de ella. Bastaría citar las palabras textuales en San Antonio, Texas, de la señora Clinton: “Obviamente sabemos que aún hay problemas en Cuba, que hay problemas con los derechos humanos que hay que resolver”.
Esto indica el bajo nivel de atención que miembros del Partido Demócrata prestan en estos momentos a este aspecto crucial de la relación régimen-pueblo. Porque decir que hay problemas no es lo mismo que afirmar que se violan los derechos humanos, todos y cada uno de ellos.
Los que disentimos y nos oponemos estamos aquí y seguiremos estando con apoyo o sin apoyo, dispuestos a sufrir el incremento del acoso, las prisiones y hasta las golpizas. No importa si somos mujeres u hombres, el sexo no es óbice para mantener nuestra lucha pacífica por la democracia y el respeto a los derechos humanos. Le puedo decir a la señora Clinton: los problemas de Cuba no tienen ustedes que resolverlos, lo haremos nosotros los cubanos.