domingo, 22 de noviembre de 2015

ANTAÑO LA QUINTICA ERA UN BELLO LUGAR

Por: Bárbara Fernández Barrera

Teléfono: 58365937



 

El restaurant La Quintica, en San Antonio de los Baños, en la provincia de Artemisa, abría las puertas a una buena opción de recreación y disfrute. Gozaba de popularidad y además preferencia por parte de los ariguanabenses y los que no también. Era un sitio de completa diversión sana, rodeado por la naturaleza.

 

La Quintica contaba con el privilegio de estar a una orilla del río Ariguanabo, en el cual hace unas décadas atrás existían patos y botes en los que los visitantes podían pasear por el río. La imagen de La Quintica de hoy no tiene nada –en lo absoluto- que ver con la de antaño.

 

El restaurant ya no oferta la variedad de comida criolla de excelente cocción, que lo distinguía entre otros. No existen ni los patos y tampoco los botes. Si se acerca a mirar el río, notará que las condiciones son pésimas, pues hoy se ve cubierto de malaguetas y no cabría discusión que por él los botes y las lanchas no podrían de ninguna forma navegar.

 

Este lugar era uno de los centros recreativos más visitados en San Antonio de los Baños, sobre todo en los fines de semana, porque se podía ir con toda la familia y se encontraba un entretenimiento sano, tanto para los adultos como los niños. Ya en horas nocturnas los sábados y domingos funcionaba un cabaret.

 

Poco a poco La Quintica fue perdiendo sus atractivos, hasta convertirse en lo que es hoy, un centro turístico con poca atracción del público y también con casi nada que ver. Sobre todo si se tiene en cuenta que en el río Ariguanabo hay gran contaminación ambiental; en el fondo de sus aguas descansan todo tipo de basuras y deshechos.

 

Esta situación es muy contradictoria con lo que dicen los medios de difusión masivos que pertenecen al Estado, los cuales abogan por la protección y cuidado del medio ambiente, que el régimen ni cuida, ni protege.

 

La Quintica que fue fundada el siglo pasado en 1936, nada menos que hace 79 años, tendrá que esperar porque en algún momento se haga de ella una cooperativa gastronómica, o que cambien las reglas del juego y sea vendida a algún particular que se encargue de restaurarla y volverla a convertir en lo que siempre fue, un lugar de distracción sana y agradable para la familia ariguanabense.

 


 



Artemisa, 29 de octubre de 2015.