Se vuelven comunes los productos tergiversados, lejanos de la realidad social, económica y política que viven los cubanos
LA HABANA, Cuba.- Después del sorpresivo 17 de diciembre del pasado año, Cuba se ha convertido en un lugar para explorar; algunos mandatarios, ministros de relaciones exteriores y parlamentarios de diferentes países han dado sus vueltas por la antes “prohibida” isla del Caribe.
Pero también se ha destapado la curiosidad por parte de los documentalistas, que comienzan a poder hacer su trabajo dentro del país. Al contactar con los medios oficiales para canalizar su visita, en su mayoría logran un producto bastante tergiversado y lejos de la realidad social, económica y política que viven los cubanos.
El más reciente de estos audiovisuales pertenece a la serie “Islands”, de Planeta Nat Geo (perteneciente al canal de cable National Geographic), originalmente lanzada en 2011, pero actualizada en el presente año tras el anuncio del deshielo entre Cuba y Estados Unidos. Está dedicado a explorar la vida en la Isla, donde, según los guionistas, el tiempo parece haberse detenido.
Desde su inicio se muestra un mural en el que aparecen rostros de Che, Camilo y Mella. El narrador comenta “lo orgullosos que están (los cubanos) de su independencia”.
Luego continúa con una explicación contradictoria, achacando la relevancia del país a nivel internacional a los autos antiguos, los puros, la música salsa y el ron. No toma en cuenta este discurso que lo más notorio en la isla es la dictadura de 56 años que tiene secuestrada las libertades del pueblo y que viola los derechos humanos de todos los cubanos. Esto sí habría explicado lo que luego manifiesta el narrador sobre Fidel Castro, de quien dice convirtió a Cuba en el enemigo político del mundo capitalista y que desde que llegó al poder se ha enfrentado a una gran oposición internacional.
Sin embargo se le olvidó al narrador mencionar que existe una oposición interna, con la que la dictadura quiso acabar desde el principio, enviando hacia el exilio a sus primeros presos políticos, que conforman el presidio histórico; pero que se ha mantenido activa y está representada por los grupos disidentes.
Se hace casi inadmisible tener que oír en el material que Fidel Castro se mantuvo fiel a su causa, pero que hoy el régimen comunista está en una encrucijada y promete forjar un futuro mejor para el pueblo de Cuba, esforzándose como nunca lo había hecho antes, al escuchar las necesidades y los deseos de los isleños a enfrentarse al mundo exterior.
Para los productores del filme, Fidel Castro en las calles es aún un héroe de culto; como si los afiches, fotos y letreros que aparecen en todo el país, fuera el pueblo quien los colgara y no el Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR) del Comité Central del Partido Comunista.
Sin dejar dudas de quién dirige en estos momentos, plantean que es Raúl Castro el encargado de llevar a Cuba por un camino socialista; no obstante, hacen una reflexión económica que da la idea de lo poco que saben de la realidad de nuestra sociedad: “Pero un país donde el Estado subsidia mucho de lo básico para vivir, ¿puede Cuba permitirse el cambio?”
Habría explicarles que solo el impuesto de circulación de los artículos y servicios estatales sobrepasa con creces el ingreso que pueden dejar de obtener por los pocos productos que se venden en estos momentos por la libreta de racionamiento, además de los míseros salarios que cobran los trabajadores en una moneda devaluada.
Al parecer el guionista sintió el estruendo de algún edificio cayendo, porque plantea que La Habana es una de las ciudades más vibrantes del mundo. “Es una ciudad llena de encantos y de sorpresas”. Casi suena como una burla a los capitalinos, que se tienen que mover por un territorio que parece bombardeado.
También afirman los realizadores que, aunque el capitalismo en la isla sigue siendo una mala palabra, hay rasgos de él por todas partes. El hecho de que Cuba se esté abriendo al mundo exterior la convierte en un país contradictorio; lo que pasa que el mundo exterior, para los cubanos, es el exilio.
Por si fuera poco el narrador, después de avistar una mujer de la raza negra moviéndose con un bastón, agrega que los cubanos al parecer siempre están bailando, amén de luchar para sobrevivir a los esfuerzos extranjeros para socavar el régimen comunista.
La tapa al pomo, como decimos los cubanos, fue la afirmación de que, después de la Revolución, Estados Unidos impuso un fuerte embargo contra la Isla, sin explicar siquiera que al tomar el poder le incautaron los bienes a todos los inversionistas americanos que estaban instalados en Cuba.
He descrito sólo los primeros seis minutos del programa. El resto del tiempo está dedicado a cuentos de hadas sobre la Escuela Nacional de Ballet; las maravillas de la medicina “tradicional” a través de las plantas; las soluciones al desabastecimiento a través de los organopónicos; la asistencia a la playa de Varadero de los “nuevos ricos”, definidos como personas a las que familiares en Estados Unidos de América, les envían remesas; el sincretismo religioso en las calles, los babalaos y las cartománticas y hasta el reguetón y el grupo “Cola Loca”, que según plantean está prohibido por el régimen.
Después de ver este documental uno podría decir que se ha borrado la historia de Cuba de un solo planazo. El nivel de desinformación es tan grande, que convierte a la isla en un lugar idóneo para vivir. Casi seguro que los realizadores se hospedaron en algún hotel 5 estrellas y tuvieron todo el tiempo un gentil asesoramiento oficial.