Yolanda Quesada Ortiz, de 63 años, vecina de Martí # 24 e/ Salud y Tomás Barreto, Manzanillo, Granma, me comunica lo siguiente:
¿Mi casa…? Es de 3,5 metros de largo por 2, 5 metros de ancho, lo tiene todo: baño, cocina, comedor (plato en mano), cuarto y sala, en una misma pieza, padezco el stress de un futuro inmediato deprimido; estoy aquejada de una cardiopatía isquémica de grado II; y sin amparo filial desde los 7 años, abandonada y sola supervivo de la caridad ajena para comer y vestir.
Preciso de efectivo, el cual obtengo vendiendo mi canasta básica para pagar los servicios de agua, fluido eléctrico y un sinnúmero de medicamentos. Para mí el cielo se acabó de obscurecer cuando los empleados de Bienestar Social se personaron en mi casa para informarme que, de modo definitivo se me suspendía la ayuda que el gobierno me prestaba: no hubo explicación, no me tomaron declaración… nada ¡Un caso cerrado!
Me pregunto: ¿Por qué tanta ayuda gratuita a cientos de miles de ciudadanos y países foráneos y esa discriminación con el cubano desvalido?
Manzanillo, Granma, 7 de marzo de 2011
Sucesos narrados por el comunicador comunitario Angel Caballero Oduardo