jueves, 8 de abril de 2010

Le dejan morir su hijo y no puede reclamar

image Bárbara al lado de su Santa Bárbara

image Dayron Carbonell Ramos

image Dayron cuando niño

image Cama de Dayron

image Vista del pasillo de la casa de Bárbara.





En la calle K # 110 entre 9 y 11 Vedado, municipio Plaza de la Revolución, Ciudad de La Habana, reside la señora Bárbara Ramos Vank de 44 años de edad, quien a tan temprana edad ha tenido la amarga y desagradable experiencia de perder el más chico de sus hijos, Dayron Carbonell Ramos, nacido el 17 de julio de 1991.


Él fue llamado el 20 de mayo de 2009 a pasar el Servicio Militar, hizo varios cursos y finalmente fue ubicado en la Unidad Militar 7577, en Managua, en la Sección de Abastecimientos, realizando varios trabajos, entre ellos acarrear cajas muy pesadas de material bélico (no especificado) en un lugar llamado “El Silo” un refugio bajo tierra, donde existe un alto grado de humedad y suciedad, habita una gran cantidad de ratas y murciélagos, el olor es tan fuerte y penetrante que les impedía respirar con facilidad, laboraban sin medios de protección y porque las botas que tenía estaban rotas, trabajaba descalzo. Adquiere una enfermedad producida por una bacteria que se desconoce. El 16 de febrero, es ingresado en el hospital Hermanos Amejeiras bajo la responsabilidad de su madre, donde fallece el 22 de marzo por causas aún no definidas.


Bárbara me refiere que su hijo presentaba un cuadro grave de alergia crónica, tomaba varios medicamentos. Desde que él ingresó en el Servicio, lo visitaba constantemente. Habló con la mayor Elsa, y ésta le propuso que llevara los medicamentos, prometiéndole que personalmente se ocuparía de velar que los tomara; pero cada vez que Dayron tenía pase, Bárbara se encontraba que no había consumido las medicinas.


Un día al salir de “Los Silos”, Dayron empieza a presentar dolor de cabeza fuerte, de garganta, temblores y dolor abdominal, después de cinco días enfermo tiene un pase para la casa, ya con fiebre muy alta. Enseguida Bárbara lo lleva al policlínico, le hacen un pequeño examen, remitiéndolo para el Hospital Cardiovascular por la presencia de taquicardias.


Al día siguiente se presentan en el Hospital Militar Carlos J. Finlay, después de revisar las pruebas, una doctora le comunica que tiene sospechas de meningitis bacteriana. Por tener secreción en la nariz, le manda una placa pensando que es sinusitis, el resultado es que en efecto está congestionado y le indican Amoxicillina, enviándolo para la casa.


A la mañana siguiente Bárbara lo lleva para la Clínica de Retinosis Pigmentaria, donde se le realiza todo tipo de pruebas, dictaminando una apendicitis aguda complicada.

Lo ingresan en el Hospital Hermanos Amejeiras y le hacen una laparoscopía, constatando que tiene todos los órganos en buen estado, pero sigue con fiebre de 40 grados, ya por 12 días.

Al comenzar a distenderse su abdomen, lo trasladan para terapia intensiva donde le realizan otras pruebas, incluyendo reactivos tóxicos y tres laparoscopías más, no encontrando nada anormal en su organismo, solo un líquido que piensan lo estuviera segregando el hígado.


Los médicos deciden intervenirlo quirúrgicamente, la primera vez lo hicieron para ver si tenía una obstrucción intestinal, la segunda le realizaron una colostomía, debido a que vomitaba y defecaba una sustancia con mucha fetidez.

El 22 de marzo se le comunica a Bárbara, que hay que hacerle la tercera operación para limpiarlo por dentro, porque presenta una peritonitis aguda, la que ya no pudo superar.

En esos días en que Dayron se encontraba luchando por su vida, el tte. coronel López, jefe de Abastecimiento, llamó por teléfono al padre de Dayron, Ricardo Carbonell Carbonell, que reside en el municipio 10 de Octubre, en la calle General Lee entre Cortina y Santos Suárez, proponiéndole todo tipo de manjares y animales para la recuperación de su hijo. Ricardo y Bárbara le responden que lo único que desean es la vida de su hijo. El oficial les expresa su preocupación, por haber otro joven en las mismas condiciones, que después se supo que falleció en Santiago de Cuba su provincia natal.


El día 29 de marzo después de sepultado Dayron, Bárbara se va a ver al Director del Hospital para pedirle un Resumen de Historia Clínica y el resultado de la necrosis, él le pregunta: “¿para qué quiere esos documentos?”; respondiéndole que ese es su derecho como madre y como ciudadana de este país. En forma descompuesta le espetó el Director, que ni él, ni ella sabían qué tipo de bacteria contrajo su hijo, así que debía esperar 21 días para tener los resultados de la necrosis.


El día 30 de marzo, se presentó en el Consejo de Estado donde fue recibida, pero sin ninguna solución, por lo que ahora tiene que esperar 60 días, plazo definido por la Ley para darle respuesta.

Después de estas diligencias, fue retenida en la esquina de su casa por un patrullero, revisando su documentación, ella cree que esto no es un hecho aislado, se debe a que la siguen intimidando para que no haga la reclamación legal por la muerte de su hijo.


Bárbara me ha expresado estar decidida a llevar hasta las últimas consecuencias la muerte de su hijo, por la irresponsabilidad de los oficiales que mandan a esos muchachos a trabajar en lugares llenos de bacterias y enfermedades sin ninguna protección, por lo que pide que su situación sea divulgada para que no suceda a otros jóvenes que recluten para el Servicio Militar.

Ciudad de La Habana, 8 de abril de 2010.

image Red Cubana de Comunicadores Comunitarios

     Suceso narrado por el comunicador comunitario Lázaro Yuri Valle Roca    13/10